La catedral de Santa Ana es un edificio de larguísima construcción al que todavía le falta la torre. Es de estilo romanesco, fue diseñada por el aclamado arquitecto irlandés Sir Thomas Drew. Su primera piedra fue colocada en 1899, y en 1904 fue consagrada, pero hasta 1981 nadie consideró que la catedral estuviera terminada. En su interior, destacan las vidrieras de colores, y fuera, el palpable afán de Belfast por conseguir de una vez la ansiada torre y poner así punto y final a la demorada construcción del templo.
Hoy en día, además de ser un espacio sagrado y lugar de culto, de Santa Ana también proporciona un impresionante telón de fondo para conciertos, recitales, servicios de villancicos y otros eventos culturales.
Vidrieras en la Catedral de Santa Ana
Este edificio conocido como Saint Anne's Cathedral tiene muchas vidrieras; los grandes ventanales de la nave representan personajes del Antiguo Testamento, mientras que la ventana del este retrata la parábola del buen samaritano. La ventana central del oeste representa a Cristo en la gloria. Las ventanas modernas se pueden ver en la Capilla de la Unidad y la Capilla del Regimiento Real Irlandés.
Interior de la Catedral de Santa Ana en Belfast
En su interior de esta catedral situada en la capital de Irlanda del Norte encontramos hermosas obras de arte como: mosaicos, textiles, tallas y muchos artefactos históricos; pero sobre todo es un espacio sagrado y un lugar en el que se ofrece el culto anglicano con respeto y sinceridad. Contiene la cruz céltica más grande de Irlanda. En la catedral también se hace especial referencia a San Patricio (St. Patricks), patrón de Irlanda.
Barrio que rodea la Catedral de Santa Ana
Si visitas la catedral de Santa Ana tómate un momento para visitar sus alrededores ya que el barrio que lo rodea es un entramado de callejas adoquinadas donde los victorianos almacenes de grano se han ido convirtiendo poco a poco en atractivos restaurantes, modernas galerías de arte o vanguardistas tiendas de ropa y complementos.
No muy lejos se encuentra el embarcadero de Donegall, uno de los lugares de la urbe que más ha cambiado en los últimos años. Su rehabilitación, junto con la limpieza del río Lagan, es motivo de orgullo y admiración para los habitantes de Belfast, que, sin duda, ven en ello un ejemplo a seguir.
Como metáfora conmemorativa se encontrará con un enorme salmón de cerámica presidiendo la entrada a los muchos centros de ocio del embarcadero. El salmón, que es uno de los peces menos adaptables a la suciedad del ambiente, vuelve a nadar en las aguas del Lagan. Allí, esta el Waterfall Hall, un gigantesco centro de ocio, de clara influencia norteamericana, donde no faltan los restaurantes temáticos.